Muchas personas piden su sesión de valoración sin saber qué es la Terapia Gestalt y ese “lanzarse a la piscina” reconozco que es algo que me ilusiona muchísimo. Para mí, este primer contacto es como acercarse a una puerta que no sabes dónde te llevará y que tu intuición te susurra que está bien traspasar.
En esta sesión de valoración aprovecho para explicar las bases de mi acompañamiento y siempre uso esta sencilla metáfora; empezar un proceso terapéutico es como meterte en un laboratorio. Un laboratorio donde la protagonista eres TÚ.
A través de sencillas técnicas vas a poder conocerte en profundidad, desarrollar tu propia capacidad de autoapoyo y en definitiva, tomar las riendas de tu vida (responsabilizarte).
Desde mi punto de vista, parte de lo transformador de este tipo de terapia es su parte expresiva. Veo la terapia como un río vivo, en permanente movimiento, un río que ÉS. Un río que vive en el presente y que incluye todo (la vida y la muerte, la belleza y la fealdad, la calma y la tempestad, la diversidad…). Un río donde el agua fluye y no se estanca.
Esa parte expresiva que exploramos durante las sesiones, donde la persona se expresa con todo (como el río), más allá de la máscara o el personaje que hemos creado, es profundamente transformador y diría hasta sanador. Y digo sanador porque expresar todo lo que eres, en un espacio seguro donde otra persona (terapeuta) te acompaña desde la aceptación incondicional y te invita al SÍ rotundo, es una de las cosas más sanadoras que pueden existir.
Lo expresivo en la terapia
Y te estarás preguntando… vale Alba, y… ¿qué se expresa durante las sesiones? A continuación te dejo algunos de los trabajos expresivos que hacemos durante las sesiones:
- Expresamos lo no expresado y/o lo evitado. Vivencias dolorosas, situaciones traumáticas que marcaron nuestra vida y aún hoy la siguen marcando, emociones que nunca nos permitieron expresar en la niñez y que en la vida adulta siguen estando bloqueadas, pensamientos en bucles que nos persiguen hasta en sueños, miedos, creencias limitantes que engullimos de la familia, tabúes, temas nunca dichos, sueños…
- Expresamos todo el potencial que somos y completamos partes propias que tenemos fragmentada, ocultas o divididas. Exploramos partes que nunca mostramos y que son necesarias explorar para no cristalizarnos en una única manera de ser. Siempre digo que tod@s tenemos de todo y todo es bienvenido! Exploramos partes como la traviesa, la estúpida, la rabiosa, la grosera, la vaga, la juguetona, la sensual… Cada persona tiene las suyas propias… ¿alguna vez te has preguntado cuáles son las partes que no te permites?
- Nos abrimos a nuevas maneras de ver la vida, nuevas formas de hacer y de estar en el mundo. ¡Digo nuevas porque las que ya conocemos las tenemos demasiado vistas!
- Aprendemos a poner palabras, emociones y cuerpo a conversaciones con otras personas que nos son difíciles de llevar a cabo. Así es como la persona puede hablar simbólicamente con un jefe y gestionar un conflicto laboral desde la sala de terapia, hablar con su mamá, con un amigo y hasta con seres queridos que hoy ya no están entre nosotros.
- Expresar cómo no sentimos, poner palabras a lo que nos pasa con nuestras relaciones y poder cerrar temas inconclusos que se han quedado en el tintero nos ayuda a poder avanzar en la vida más liger@s, darnos cuenta de lo que necesitamos e ir a por ello.
Lo expresivo en mi camino personal
Lo expresivo me ha puesto en contacto con mi propia fuerza. Con esa fuerza que en muchos momentos de mi vida sentía que no tenía.
Expresar todo mi mundo interno, mis vivencias y todas mis emociones me han llevado, y me siguen llevando hoy, a poder mirar y valorar qué es importante para mí y saber que necesito.
Me ha permitido explorar otras formas de hacer que antes ni pensaba que existían y he incorporado todo lo que soy sin renunciar a nada. La paz que hoy me acompaña, independientemente de los problemas que tenga, siento que es en parte gracias a la integración y aceptación de mi misma y de todo lo vivido hasta hoy.
Cada día lucho menos y hago más por abrazar, hasta lo que a muchas veces me incomoda o inquieta. Sigo aprendiendo del río (creo que hasta mis últimos días seguiré aprendiendo de él) que lo abraza todo y deseo que tú también te puedas abrazar.