Seguro que has escuchado alguna vez a alguien hablar sobre lo importante que es ser uno mismo, ser auténtico. ¿Pero tienes claro qué significa ser uno mismo? ¿A qué nos referimos cuando hablamos de este tema?
Yo siempre he pensado que las cosas se tienen que comprender antes de intentar ponerlas en práctica, porque de lo contrario sólo memorizas cosas que luego no sabes cómo aplicar realmente en tu vida. Comprender el sentido de las cosas es algo que me enseñó mi padre y nunca he dejado de hacerlo, porque es algo clave si quieres tener las riendas de tu vida.
Porque claro, ¡la vida no es un manual! la vida siempre trae cosas nuevas, y si no entendemos el sentido de las cosas que hacemos, siempre estaremos dando palos de ciegos.
Por eso creo que te será muy útil tener un poco de luz sobre esta cuestión.
Vamos al grano, ¿Qué es ser uno mismo?
Lo que más me ha impactado en mi recorrido de descubrirme a mí mismo y ayudar a otras personas a hacerlo, ha sido ir descubriendo que ser uno mismo no es algo estático ni definido. No es una “forma de ser”.
No creas que al final de este camino de autodescubrimiento vas a encontrarte con una personalidad o un carácter definido y dirás “¡Así soy yo, esta sí es mi verdadera forma de ser!”. No. Créeme, eso no va a pasar. Quizás te decepcione un poco que te lo diga de esta manera, pero paciencia, porque lo que te voy a contar me parece mucho más fascinante.
Si haces un buen proceso de acompañamiento, irás aprendiendo nuevas facetas de ti. Y probablemente algunas de estas nuevas facetas te van a emocionar profundamente porque siempre supiste que las tenías pero estaban dormidas. Y dirás ¡este sí soy yo!, ¡Por fin me reconozco! O quizás digas, ¡ese de antes no era yo!
Pero al pasar el tiempo, después de hacer tus nuevos descubrimientos y poner en marcha nuevas cosas en tu vida, verás que esas nuevas facetas de ti que has descubierto, tampoco te definen del todo.
Y ese es para mí el punto principal de todo este tema. La única forma que tenemos de ser realmente auténticos es soltar la imagen de quién creemos que somos para abrirnos a VIVIR lo que somos.
Se trata de aprender a ser algo más que lo que creemos que somos, y ese “algo más” nunca dejará de sorprendernos y llevarnos a nuevas vivencias.
Como decía el neurobiólogo Francisco Varela parafraseando a los budistas: el yo no es algo estático donde uno pueda poner el dedo y señalarlo, si no que es algo difuso y movedizo, nebuloso, imposible de señalar. Y sin embargo está vivo y toma decisiones. Varela dice que el yo es como una colmena de hormigas, que se comporta como un solo individuo, pero tal individuo es imposible de delimitar, porque son todas las hormigas en constante interacción.
¿Por qué nos cuesta ser nosotros mismos y cómo podemos encontrar el camino?
El verdadero problema está en que tenemos una gran necesidad de identificarnos, de encontrar un rol, una forma de ser definida que no queremos romper para no sentirnos defraudados o defraudar a las personas que nos rodean.
Nuestra identidad nos da una sensación de pertenencia y seguridad tan fuerte, que de forma inconsciente nos aferramos a ella aunque nos cierre a otras potencialidades que tenemos. Esa imagen estática es lo que realmente nos impide ser auténticos, espontáneos.
¿Como puedes detectar esa identidad a la que te has aferrado? Pon atención a las cosas que te ocurren una y otra vez, todas esas situaciones que se te repiten y que te hacen sentir siempre de la misma forma. Por ahí tienes una pista importante.
Aunque esa imagen sea algo que consideres “bueno”, es importante que puedas revisar en qué ámbitos de tu vida te limita. Porque la vida siempre nos trae movimiento y si estamos demasiado rígidos, por algún lado haremos un catacrack!
Puede que seas una persona muy exitosa y tu apego a ese rol te impide vivir otras partes de tu ser, como las relaciones interpersonales, expresar tus emociones o hacer cosas solo por el placer de experimentarlas. Y eso tarde o temprano te apagará.
Recuerdo a una querida psicóloga jungueana -presidenta y fundadora de la Sociedad Chilena de Psicología Analítica- con la que estuve en terapia 2 años. Ella solía decirme: «SI algo no cambia es porque está muerto».
En mi experiencia, ser uno mismo no es un nuevo yo que resulta ser el «verdadero», si no que es aprender a soltar las imagenes de «yo» una y otra vez, para poder abrirnos cada día un poco más a lo que somos.
Es dejar que ese ser que no podemos definir se despliegue en sus relaciones, en sus deseos y sus errores sin juzgarlo ni aprisionarlo. Aprendiendo a cuidarlo y a sacarlo a la vida.
Eso es lo que vamos aprendiendo a hacer en terapia, poco a poco, sesión a sesión, dejando que esa autenticidad aparezca en la relación con el terapeuta y nos lleve por rincones insospechados de nuestro ser, que nos sanan profundamente.
Nunca podremos decir, ha! Este soy yo! Pero sí podemos aprender a gestionar nuestras relaciones íntimas, nuestro trabajo y nuestras vidas desde una actitud abierta a lo que somos en este instante, sin castigarnos ni avergonzarnos de ello.
Se trata de encontrar un camino para que eso que se mueve en nuestro interior pueda andar por la vida, en vez de quedarnos a un lado de la carretera en una imagen estática que no puede caminar.
Para mí, lo verdaderamente auténtico de las personas es que no podemos definirlas ni categorizarlas. Esa es parte de nuestra grandeza y del misterio que es vivir. Y descubrir esa verdad en uno mismo es precisamente lo que nos abre la puerta a crecer y descubrir la belleza de la vida en profundidad.