A veces la vida adulta nos come casi sin darnos cuenta. Que si el trabajo, las obligaciones, los hijos, la casa, los pagos… ¡A todo esto no te olvides de los hobbies, pasar tiempo de calidad con la pareja, claro, formaciones…Ahh y no te olvides de los demás; llevar a la mascota al veterinario, visitar a tus papás, felicitar a tus amigas por su cumpleaños!

Y de repente empiezas a notar que el agobio crece y crece y no para de crecer. En mi caso, hubo un día en el que me convertí en un trozo de carne con patas (como un pollo sin cabeza) que iba de un lado a otro sin enterarme demasiado qué pasaba a mi alrededor.

Quería llegar a todo y a todos y no me daba cuenta que la ansiedad y el estrés cada vez se apoderaba más de mí. Tanto fue así que un buen día tuve que parar el tren y bajarme. Próxima parada: 8 meses de baja en el trabajo.

Este es el titular de uno de los procesos personales que más ha marcado mi vida pero sobre esto te explicaré más en otro artículo.

Por aquel entonces fue cuando descubrí el trabajo corporal y sus beneficios. Hacía años que había dejado de bailar (ni sabía que bailar era una de mis pasiones) y mi terapeuta Rosa me invitó a probar una sesión de movimiento corporal.

¡ Vaya bálsamo para el alma y el cuerpo! Allí volví a conectar con la diversión y con las ganas de vivir. En aquel espacio podía moverme sin filtro, sin coreografías, sólo por el placer de moverme y expresarme con libertad. Sentía el placer de SER durante una hora y media sin juicio, sin pensar si lo hacía bien ni mal y sin sentirme ridícula.

Desde entonces ya nunca más he dejado de moverme y bailar. ¡Es mi medicina! Con el tiempo, pude comprender que el baile fue la puerta de entrada a conectar con mi niña, esa que llevaba años dormida.

Los beneficios de trabajar con tu niñ@ interior

Los beneficios son infinitos pero a continuación te comparto los 3 que más me han marcado en mi proceso personal y en algunos de los procesos que acompaño.

1- ¡Volver a estar en la vida y disfrutarla lo máximo que puedas!

Seguro que has observado  alguna vez gente adulta caminando y niños y niñas jugando en el parque. ¿Cuál es la mayor diferencia? Par mí la gran diferencia es la conexión con el disfrute.

Me entristece muchísimo ver personas adultas con caras preocupadas o tristes, estresadas y con una especie de desconexión con la vida. Como si sus cuerpos fueran en modo automático y sus mentes estuvieran en Júpiter.

En cambio, cuando observo a los más peque veo diversión, vitalidad, espontaneidad y presencia total con lo que están haciendo. 

Todo esto (la diversión, la vitalidad, la espontaneidad, la presencia) son cualidades de nuestro niño o niña interior que siguen estando en nosotras mismas y que están esperando ser despertadas. Igual las hemos tenido dormidas u olvidadas durante años. Ok, no pasa nada. La buena noticia es que hoy podemos decidir hacer algo diferente.

¿Cómo sería una vida más divertida? ¿Cómo podría meter más disfrute en mis días? ¿Podría volver a despertar esa curiosidad que tenía de pequeña? ¿Cómo sería probar cosas nuevas y dejarme llevar por la espontaneidad?

Seguir mi impulso, lo que me gusta, lo que me hace vibrar por dentro e ir a por ello sin pensármelo 2 veces. Todo esto reside en nuestr@ niñ@ interior y podemos recuperarlo HOY, tengamos 20, 50 o 90 años.

Sí, la vida es mucho más que todo eso que nos dice nuestra parte adulta y merece la pena vivirla con todos nuestros sentidos y  disfrutarla al máximo, como sólo nuestr@s peques internos saben hacerlo. 

2- Ir a la vida con mayor seguridad y confianza. 

En el trabajo terapéutico con nuestr@ niñ@, mucho de lo que hacemos es sanar los traumas que vivimos en la infancia; situaciones o relaciones traumáticas que vivimos y nos marcaron y aún hoy nos siguen marcando.

La mayor parte de las veces, son cosas que nos “tragamos” y no pudimos decidir qué hacer sobre ello (éramos demasiado pequeñ@s como para poder decidir). 

Qué importante hoy, desde el/la adulta que somos, dejar que nuestr@ niñ@ pueda expresar todo lo que vivió, sintió y retuvo. Poner palabras a lo vivido. Hacer todas las pataletas que no le permitieron, dejar ir todas las lágrimas que contuvo porque…”no se llora”, moverse todo lo que necesitó, disfrutar durante horas, reír como si no hubiera fin…

Y también poder mirar hoy sus heridas; lo que le duele. Esas  heridas que aún hoy en la vida adulta siguen aflorando en muchos momentos y de manera casi automática. 

Un trabajo profundo con los traumas infantiles nos ayuda a tomar consciencia de nuestras heridas durante nuestros primeros años de vida y eso a la larga nos aporta una profunda comprensión sobre muchas de las dificultades que se nos repiten una y otra vez en nuestra vida.

Así podemos ir trabajando sobre estos asuntos y crecer en confianza y seguridad en nosotr@s mismos de a poquito, sin prisa pero sin pausa. Con mimo y autocompasión. 

3- Ser mi propio padre y mi propia madre para darme todo lo que necesito

Este punto ha sido clave para mí y para muchas de las personas que acompaño en este tipo de trabajo.

Llega un momento en el trabajo con el niño y la niña donde nos vamos adentrando en trabajar nuestr@ parte adulta. En mi caso fue muy importante poder soltar el ideal de padres que deseaba y aceptar a mis padres tal y  como son, renunciando a fantasía que me tenían anclada en cómo hubiese sido mi vida si mis padres hubiesen sido más bla bla bla bla bla.

Decidir salir de la niña que se queja (una vez ya se ha quejado todo lo que necesitaba) y soltar la víctima fue clave en mi proceso personal. Sólo así pude empezar a responsabilizarme  de mi misma y de todas las  necesidades de mi niña.

Poco a poco me fui convirtiendo en mi propia madre y mi propio padre. Esa madre y ese padre internos que viven hoy en mí. Esa parte de mí, hoy mira a mí niña con los mejores ojos, la tranquilizan cuando está sobrepasada y le recuerdan lo bien que lo está haciendo y lo valiosa que es sólo por existir.

Al desarrollar mi parte adulta, pude también tomar las riendas de las situaciones de mi vida y abrir espacios donde mi niña pudo empezar a disfrutar y divertirse. Y así es como mi niña hoy se siente más tranquila, protegida y contenta. 

Esto es sólo es una pequeña muestra de algunos de los beneficios que nos trae el trabajo con el niño y la niña interna en la terapia. ¡El tema da para un montón!

A continuación te comparto algunas propuestas con las que puedes ir experimentado con tu niño/a interna de manera autónoma y por tu cuenta. Espero que las disfrutes y si pruebas alguna de ellas me encantará saber sobre tu vivencia. ¡No dudes en escribirme, me encanta leerte!

Propuestas para trabajar con tu niñ@ interior desde casa:

  • Crea una playlist de canciones que te gusten mucho, busca un lugar seguro donde nadie te moleste, dale al play y deja que tu niño/a baile como quiera. 
  • Busca una foto de pequeñ@ donde salgas feliz, ponle un marco infantil bonito y ponla en tu mesita de noche. Habla con tu niñ@ antes de ir a dormir o por la mañana al despertarte. Explícale lo que quieras; tus sueños, lo que te pasa, dile cosas bonitas, envíale cariño. Hazle saber que estás con él/ella.
  • Haz cosas que hacen los niños y las niñas. Utiliza tus 5 sentidos y explora sólo por placer. Ejemplo: prepárate una tarde de barro en casa, come un plato con las manos, dibuja sin pensar con ceras, etc.
  • Agenda una vez al mes (o más) una cita con tu niñ@. Pregúntale a dónde quiere ir y qué le apetece hacer y hazlo! Por ejemplo, quizás le gustaría ir a merendar un chocolate con churros, ir al cine a ver una película de humor, o tal vez quiere ir a un museo, o a comprar purpurinas y materiales para crear! Déjate llevar por lo que te pida.

Espero que este post te sirva de inspiración y puedas acercarte un poquito más a tu niñ@ interior, las joyas que puedes encontrar son infinitas.

Con cariño,

Alba