¿Te pasa que muchas veces te pillas diciendo esto está bien o esto está mal? ¿Ante un problema o dificultad, tiendes a moverte entre 2 únicas opciones y no consigues ver otra salida?
Sí la respuesta es Sí, te entiendo. Esto que te pasa es algo muy humano, como casi todo lo que nos pasa a las personas claro, y la buena noticia es que como casi todo lo que nos ocurre en la vida, podemos decidir hacer algo diferente con ello.
Igual te estás preguntando si a mí me pasa esto o no. Y sí, como humana que soy, es algo que aún me sigue pasando aunque en un grado menor de intensidad. Si cuando me pasa, el grado de ofuscamiento en el que estoy no es muy elevado puedo pararme unos segundos, tomar consciencia, respirar profundamente y decirme con cariño:
Alba, todo está OK! No hay nada mal ni bien ya lo sabes. Esto que te está pasando es una oportunidad para algo más aunque ahora mismo no tengas ni puñetera idea de para qué (crecer, aprender algo nuevo, reinterpretar las cosas desde otro punto de vista, buscar nuevas alternativas, salir por patas de aquí…) Todo es Ok Alba, respira, respira, respira.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
Recuerdo como algo se aflojó en mi interior cuando a mitad de mi proceso terapéutico, empecé a comprender que esto de vivir no iba sobre “el bien” y “el mal”. Empecé a vislumbrar que esto de “vivir” era algo mucho más profundo y amplio de lo que yo había creído hasta aquella época. ¡Qué relajo, por favor! Esta idea fue como un masaje relajante para todo mi cuerpo y mi ser. Algo en mi interior se aflojó.
Por aquel entonces ya llevaba un cierto tiempo recibiendo terapia y mi querida terapeuta Rosa, llevaba sesiones picando piedra conmigo. Y digo picar piedra con mucho cariño, porque de aquella yo estaba tan aferrada a ciertas creencias que al principio, por mucho que ella me ofrecía otras maneras de mirar las cosas, la mayor parte de las veces me resistía a cogerlas.
Con paciencia y confianza en el proceso y en mí, fue como poco a poco pude ir explorando partes mías que ni sabía que existían y adentrándome en un trabajo profundo de creencias, sobre mi misma y sobre diversos temas importantes. Todo ese trabajo fue calando de a poquito y así es como he podido ir integrado que realmente no hay nada malo (y cuando digo nada es nada de verdad), ni nada bueno en la vida.
Todo depende de las gafas con las que miramos lo que nos ocurre, todo depende de cómo interpretamos lo que nos ocurre.
Cuando empecé a jugar con las gafas arcoiris.
Decidir dejar de ver la vida en blanco y negro, en modo dual (bien o mal) fue una gran revolución personal para mí. Llegó un momento en el que me sentía muy limitada viviendo la vida desde ese pequeño prisma que me había creado y algo en mi interior gritaba sutilmente que en la vida tendría que haber algo más.
¡Empieza el juego! No te voy a decir que dejé mis gafas blanco y negro de la noche a la mañana para pasarme al “modo arcoiris” todo el día. ¡Ni de coña! Si te dijera esto, te estaría engañado. Lo cierto es que empecé a jugar a ponerme unas gafas un ratito y ponerme las de color, otro tanto.
Así, en este empezar a jugar con 2 tipos de gafas muy diferentes, me fui abriendo a otra manera de estar en el mundo, un tanto nueva para mí. Mucha veces las gafas blanco y negro se apoderaban de mi (como si fueran un Dios todopoderoso) y tomaban el mando. Otras veces el mundo arcoíris me traía una brisa de confianza, nuevas opciones y más posibilidades.
A continuación te comparto algunas situaciones típicas donde mis “gafas blanco y negro” se apoderan de mí. Seguro te resuena alguna.
-
Cuando sólo veo una o dos soluciones a un problema y no consigo ver una 3ª, 4ª o hasta 5ª opción.
-
Cuando me obligo a hacer “lo que toca” por el cuento que me explico que toca y me alejo de lo que me apetece.
-
Cuando en una conversación intento imponer mi opinión sobre un tema y en mi interior pienso que el resto de opiniones son una caca de vaca y hasta me indignan (aunque no lo diga).
-
Cuando me gustaría ir a por algo que me hace mucha ilusión o me gusta mucho y me paralizo o bloqueo con justificaciones (excusas) para no actuar o tomar acción por miedo.
-
Cuando prefiero no arriesgas y me quedo en territorio conocido (zona de confort). Ya sabes, el típico refrán mejor malo conocido que bueno por conocer.
¿Te resuena algo de eso? Pues sí, ¡aquí hay poco color como puedes leer!
¡El color nos brinda variedad, crecimiento y evolución!
Empezar a sentirte cómoda mirando la vida con las gafas arcoíris requiere de atención y práctica, no es algo que te cae del cielo.
De hecho, yo sigo poniendo atención y práctica en esto cada día de mi vida. Algo que he observado en mí y en muchas personas a las que acompaño es lo fácil que es mirar todo con color cuando las cosas nos van “bien” (es decir, cuando todo va como queremos/esperamos). Ahora bien, ¿Qué pasa cuando no es así? ¿Qué pasa cuando estoy en un momento difícil, en un reto o no me está yendo la vida como yo quiero?
Aquí es cuando más necesitamos usar nuestras gafas arcoíris y salir del piloto automático. El arcoíris nos brinda un sinfín de colores, de posibilidades, de variedad, de creatividad. Para llegar aquí necesitamos ir entrando en practicar interpretaciones valiosas y profundas para nosotros.
Soltar los “¿por qué?”, que de bien poco nos sirven y abrirnos a empezar a utilizar los ¿para qué…?. Empezar a hacernos preguntas que estén a nuestro favor, que nos ayuden a evolucionar y crecer. Aquí te dejo algunos ejemplos:
-
¿Para qué me puede servir esto que estoy viviendo?
-
¿Qué puedo aprender de esta situación?
-
¿Cuál es la mejor opción para mí con lo que hay aquí y ahora?
-
¿Qué necesito yo ante esto?
-
¿Qué me vendría bien?
Todas estas preguntas nos invitan a reflexionar profundamente e interpretar las cosas lejos del bien y el mal, algo que hemos mamado mucho en nuestras familias y en nuestro sistema cultural y social. Eran mamá y papá quienes nos enseñaron qué cosas estaba bien y que cosas estaban mal. También la escuela, nuestros referentes adultos más cercanos, los modelos culturales y sociales con los que hemos crecido…
Y aunque mucho de eso nos ha servido muchísimo (en especial en la infancia), creo que es imprescindible poder salir de esa dicotomía para abrirnos a los matices, a la diversidad, la amplitud de mira y en definitiva abrirnos a maneras de interpretar más creativas y menos restrictivas.
Aprender a hacer interpretaciones valiosas que estén a nuestro favor para seguir avanzando en nuestro camino es algo en lo que sigo trabajando y en lo que acompaño muchísimo a las personas. Poner en duda nuestras creencias más arraigadas y reinterpretar muchas de ellas nos invita a mirar hacia adentro, reactualizar lo que pensábamos que éramos y tomar las riendas de nuestra vida.
Y eso para mí es la puerta a la libertad.
Nunca está de más poner un poco de color a la vida y ver la vida con todos sus tonos e intensidades. Es un regalo a saborear. Deseo que tengas siempre a mano tus gafas arcoíris, en especial en los momentos más duros que irremediablemente la vida a veces nos presenta.
Con cariño,
Alba